martes, 27 de enero de 2009

SOLEÁ DEL AMOR DESPRENDÍO - MANUEL BENÍTEZ CARRASCO

“A continuación, Manolo Benitez Carrasco, que es : joven, guapo, rico, andaluz y... soltero.”(Presentación del Poeta en el Recital en Calasparra- Murcia- 1.952)
MANUEL BENÍTEZ CARRASCO
nació en Granada el 1 de diciembre de 1922 en pleno corazón del barrio del Albayzín, en la placeta del Salvador a la que tantas veces recitará y en el seno de una familia muy religiosa.
Pasó los primeros años de su infancia entre la colegiata albaicinera donde su tío Manuel Benítez Martínez era el coadjutor, la ermita de San Miguel Alto donde su padre ejercía de carpintero y vivía con su familia y las escuelas del Ave María, donde, como él mismo decía, aprendió las primeras letras. Así, dada la ubicación de su cuna no es de extrañar que el poeta haya traducido desde sus primeros escritos la belleza de Granada que sus ojos contemplaban desde los altos del cerro del Aceituno y por los requiebros de las callejuelas de su Albayzín natal.
Benítez Carrasco inició su carrera literaria colaborando en la revista poética "Colección Vientos del Sur". Muy joven, en 1943, obtuvo su primer premio de relevancia, el Premio Nacional de Teatro de Escuadra con la obra "Luz de Amanecer", comenzando desde este momento una trayectoria literaria jalonada de galardones.
En 1947 marcha a Madrid. Ciudad donde comenzó a ganarse la vida como poeta, recitando sus poesías en teatros y clubes en los años 50. Según explicó Delgado-Calvo, la peculiaridad de Benítez Carrasco reside en que "no fue un poeta al uso como los conocemos hoy, que publican sus libros y les llaman para dar conferencias", sino un "poeta de cartel" que se ganaba la vida recitando su poesía en teatros y clubes de lujo. "Lo que nadie puede discutirle a Benítez Carrasco es que salía a un escenario a recitar sus poesías y triunfaba. Llenaba los escenarios, los abarrotaba”
Sin embargo, en Madrid no termina de encontrar su hueco y se marcha a América, donde le llega el éxito. Desde 1955 su figura es totalmente inseparable de Hispanoamérica: viaja a Cuba y en la isla caribeña permanece durante todo un año. A partir de este momento la figura de Manuel Benítez Carrasco es totalmente inseparable de México, donde pasa gran parte de su vida.
A partir de los años 70, Benítez Carrasco empezó a alternar su residencia en México con estancias en Granada, donde murió en 1999.
En 1998 fue nombrado hijo predilecto de la ciudad de Granada, año en que también se le dedicó una importante avenida en el barrio de la Oliva en Sevilla.
«SOLEÁ» DEL AMOR DESPRENDÍO
por Manuel BENÍTEZ CARRASCO (Español)

«Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río».
Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,
y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.
Tiré tu cariño al río,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lírico.
Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.
Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;
y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.
Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano,
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.
Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.
Yo no puse en compraventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta
que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.
Porque yo soy desprendío;
por eso te di mi rosa
sin habérmela pedío.
Porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.
Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.
Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.
Escuchen este poema en la voz de Francisco Portillo --->

martes, 20 de enero de 2009

Comentario del cuento “A la deriva” de Horacio Quiroga


Comentario del cuento “A la deriva” de Horacio Quiroga, a partir de los textos críticos “Algunos aspectos del cuento” y “Del cuento breve y sus alrededores”, de Julio Cortázar.

(Nota: el cuento lo pueden leer en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/deriva.htm, y los textos de Cortázar en http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/cortaz1.htm y http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/cortaz6.htm).


Lo primero que impresiona del cuento A la deriva es su extensión: en escasas cuatro páginas logra su autor, Horacio Quiroga, transportarnos a la caída frenética del protagonista, a su inevitable descenso a la muerte, con toda la carga emocional que de ello se puede derivar. Para lograrlo, se suprime todo componente que pueda estorbar, que frene al lector. Citando a Cortázar, en el cuento se “potencian vertiginosamente un mínimo de elementos”

[1]. Este despojarse de elementos superfluos es lo que logra que el cuento posea aquello que se conoce como tensión (o intensidad en el relato muy breve), que no es otra cosa que sumergir al lector en este pequeño universo, hacerlo viajar en línea recta desde el principio hasta el final del relato sin que su atención se vea comprometida nunca: “la tensión del cuento nació de esa eliminación fulgurante de ideas intermedias, de etapas preparatorias, de toda la retórica literaria deliberada”[2].

El protagonista de A la deriva ha sido mordido por una serpiente venenosa y, desesperado, se adentra en el río con su canoa, buscando que la corriente lo lleve al lugar donde podrá recibir ayuda. Quiroga ha sido siempre un maestro en la utilización de una forma acorde con el suceso narrado, y en este cuento el tono y el ritmo se arrastran velozmente junto con el hombre que ha sido mordido, nos envuelven en su tragedia, nos inducen su angustia: “Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía caldear más, aumentaba a la par”[3]. Pero hacia el final del relato, cuando el veneno afecta ya los pensamientos del hombre y lo hace sentir una extraña tranquilidad, una paz y un bienestar que antecederán a la muerte, el tono cambia también y se hace pausado y suave, sumergiéndonos en el majestuoso paisaje del río que refleja a la perfección el estado mental del hombre: “El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre”[4]. El relato finaliza justo en el punto en el que no se puede avanzar más, cuando ya todo es silencio: “Y cesó de respirar”[5]. Esta frase rotunda cierra el cuento a la perfección y lo convierte en un universo autónomo, que cumple con lo que Cortázar infiere a partir del décimo precepto del Decálogo del perfecto cuentista, del mismo Quiroga: “la situación narrativa en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior hacia el exterior”[6]. Aunque el relato está escrito en tercera persona nunca nos apartamos un milímetro del drama del hombre que va a la deriva, como si, a pesar de todo, el narrador fuese el mismo protagonista y el autor, Quiroga, permaneciese ajeno.

En los cuentos de Quiroga se hace evidente que su método narrativo, como se explica en su Decálogo..., nace de una profunda meditación del tema y de la manera de narrarlo previas al momento mismo de la escritura, y de una corrección y supresión de “ripios” posterior. Este método implica que ningún componente del cuento, por pequeño que sea, carece de valor y de peso. En el caso de A la deriva las palabras utilizadas para describir el hecho narrado resultan acordes con éste e influyen, consciente o inconscientemente, en el estado de ánimo del lector: “sed quemante”, “monstruosa hinchazón”, “lustre gangrenoso”, “atroz sequedad”, “terriblemente doloroso”, etc. El método quiroguiano contrasta enormemente con el utilizado por Julio Cortázar a la hora de escribir muchos de sus cuentos, y que este autor describe en su artículo Del cuento breve y sus alrededores. Los relatos de Cortázar nacen de un impulso incontenible, de una inspiración que lo obliga a sentarse frente a la máquina y escribir todo el cuento de golpe, sin saber en un primer momento cuál será su desenlace. Considero que, como cuentista, Horacio Quiroga supera casi siempre a Cortázar, sobre todo en el manejo de la tensión, y quizás se deba esto al hecho de que la inspiración literaria algunas veces no da en el blanco o no resulta suficiente. Sin embargo, no hay duda de que ésta funciona para Cortázar mucho más frecuentemente que para la mayoría de escritores (quizás debido al “genio” de este autor y a su arduo entrenamiento literario), y de allí que Quiroga, en este aspecto, resulte un maestro más adecuado para aquellos autores nóveles que desean dominar el difícil arte del cuento.Por último, quisiera resaltar una frase de A la deriva que me parece especialmente significativa: “Pero el hombre no quería morir”[7]. A pesar de que el río arrastra su canoa, a pesar de que el veneno recorre ya todo su cuerpo, a pesar de lo inevitable de la muerte, el hombre se resiste, quiere a como dé lugar imponer su voluntad. El ser humano está sumergido en el determinismo, pero en su mente y en su alma posee o anhela una libertad que, sin embargo, no podrá cambiar su destino. Con este sencillo relato Quiroga se asoma de nuevo a la muerte, su permanente obsesión, y deja planteadas algunas preguntas que son como puertas que se abren y encaminan al lector por espacios mucho más amplios que el del suceso narrado. Se cumple de esta manera con otro de los requisitos que Julio Cortázar atribuye a los grandes cuentos, a aquellos relatos verdaderamente inolvidables: “Un cuento es significativo cuando quiebra sus propios límites con esa explosión de energía espiritual que ilumina bruscamente algo que va mucho más allá de la pequeña y a veces miserable anécdota que cuenta”[8].



© Jorge Mario Sánchez


[1] Cortázar, Julio. Del cuento breve y sus alrededores. Tomado de Teorías del Cuento III.[2] Cortázar, Julio. Op. cit.[3] Quiroga, Horacio. A la Deriva. Tomado de Cuentos de amor, de locura y de muerte.[4] Quiroga, Horacio. Op. cit.[5] Quiroga, Horacio. Op. cit.[6] Cortázar, Julio. Op. cit.[7] Quiroga, Horacio. Op. cit.[8] Cortázar, Julio. Algunos aspectos del cuento. Tomado de Teorías del Cuento I.

El cuervo,tributo a Edgar Allan Poe

lunes, 19 de enero de 2009

Corazón delator de Edgar Allan Poe

A dos siglos del nacimiento del escritor estadounidense
Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:
-¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!
-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!
FIN

Traducción de Julio Cortázar







EDGAR ALLAN POE


La literatura universal conmemora el nacimiento hace 200 años del autor que revolucionó la escritura contemporánea con sus relatos y poemas...

Desde aquel lejano día de su nacimiento en Boston, el 19 de enero de 1809, su fama no ha dejado de crecer, al amparo de una obra pionera y rica tanto en prosa como en verso y una biografía rica plena en desdichas y en esperanzas frustradas.
Poe es para muchos una vieja fotografía con un gesto contrariado, cabellos desordenados y una corbata torcida. Para otros puede que sea un autor de relatos que deja marcados a sus lectores adolescentes. Para varios, un ejemplo, tal vez el más levado, el más claro, de frustración e infelicidad. Pero 200 años después de su nacimiento, Poe, más allá de todo ello, es un maestro indiscutible del relato contemporáneo .
Nuestro reconocido escritor Jorge Luis Borges decia sobre él "Sin los relatos y poemas de Edgar Allan Poe es inconcebible la literatura actual".
Supo plasmar en su obra los miedos atávicos que, generación tras generación, sacuden a los hombres. Fue el pionero de la ciencia ficción, el padre del cuento fantástico y la novela policiaca.
Edgar Allan Poe nació en Boston, fruto de la unión de dos actores. Su padre desapareció en 1811 y su madre murió de tuberculosis cuando él tenía tres años. Fue adoptado por John y Frances Allan, un acomodado matrimonio sureño. Era un chico inteligente, excitable, apasionado, amable y cortés. La relación con su nuevo padre acabó deteriorándose, sobre todo tras la muerte de su esposa, a la que Poe adoraba. Ya en la universidad, el autor de La carta robada, que no descuidó nunca los estudios, pedía dinero a Allan para pagar sus "juergas etílicas" y sus deudas de juego, algo habitual entre los jóvenes de la época. Éste acabó por excluirlo del testamento. "Poe fue un huérfano perpetuo en el mundo. Tanto su vida como sus escritos parecen atados, con un vínculo de fuego, a estas primeras experiencias de desamparo y soledad", escribe el novelista y crítico británico Peter Ackroyd, que ha buceado en la obra de y sobre Poe, además de en sus cartas.
Su afición a la bebida "le permitía olvidar su pobreza y su sensación de fracaso. Suavizaba su disposición nerviosa y le otorgaba confianza", añade el biógrafo, pero le llevó a ser "la comidilla de Filadelfia" y a perder varios trabajos en revistas literarias a las que su genialidad, y sus mordaces críticas, habían hecho sumar suscriptores. La borrachera más grave fue la que le llevó a la muerte: tras seis días en que nadie sabe qué hizo ni dónde estuvo fue hallado "completamente enajenado" y vestido con ropas que no eran de su talla en una taberna de Baltimore. Expiró en el hospital después de tres días de delirios. Tanto los informes médicos, como el certificado de defunción se perdieron. Los periódicos de la época informaron de que la muerte de Poe se debió a "congestión" o "inflamación" cerebral, el eufemismo que solía utilizarse para los fallecimientos por motivos más o menos vergonzantes, como el alcoholismo.
Hoy en día, la causa exacta de la muerte continúa siendo un misterio, aunque desde 1872 se cree que pudo deberse al abuso de agentes electorales sin escrúpulos, que en la época solían utilizar a pobres incautos, emborrachándolos, para hacerles votar varias veces por el mismo candidato, por ese motivo la hipótesis más aceptada es que tras emborracharlo le usaron para votar en las elecciones con nombres distintos.
En una de sus cartas, dejó escrito:
Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.
A
James R. Lowell, 2/7/1844
El tío de Poe declaró a su muerte: "Había conocido tanto dolor y tenía tan pocos motivos para sentirse satisfecho con la vida que este cambio apenas puede considerarse una desgracia"
Poe decía de sí mismo que «muchas veces he pensado que podía oír perfectamente el sonido de las tinieblas deslizándose por el horizonte».

Los criptogramas y Edgar Alan Poe....>curiosidades...http://www.servicioweb.cl/articulos/poe.htm

domingo, 18 de enero de 2009

Actividades para trabajar mitos y leyendas

Primero veamos que diferencia encontramos entre el mito y la leyenda trabajando a partir de dos textos para luego poder realizar un cuadro comparativo...no olvidar siempre se debe partir del un texto...

Objetivos: Que el alumno:

·Conozca las características del mito.

· Diferencie al mito de la leyenda.

· Reconozca el mito como texto literario.
Contenidos:

El mito; características.

Diferencia entre mito y leyenda.

Secuencia de Actividades:

El residente comenzará la clase indagando los saberes de los chicos acerca del mito. Para ello formulará preguntas como:


¿Qué es un mito? ¿Tiene personajes?


Se comenzará entonces un debate donde los chicos deberán responder oralmente a las preguntas. Además deberán fundamentar sus saberes y opiniones.
El residente escuchará y propiciará que los chicos se escuchen entre ellos, rescatando las respuestas. También se encargará de ir anotando en el pizarrón algunas respuestas o palabras claves que digan los chicos. Anotará de un lado del pizarrón lo que se mencione acerca de mitos, y en otro lado del mismo cuestiones de la leyenda.
Se espera que los alumnos respondan que los mitos y las leyendas son parecidas, o que hablan de lo mismo. Por eso el residente comentará que los mitos son narraciones de hechos que están relacionadas con el orden de los sagrado, por ende sus protagonistas serán dioses y héroes.
Les comentará a los alumnos que una de las características de los mitos es que no datan de ninguna fecha, es decir transcurren en un tiempo impreciso, no se puede fijar una fecha.
A diferencia de los mitos, las leyendas no tienen relación con los dioses y aunque en ellas ocurren cosas maravillosas o aparecen seres sobrenaturales, estos hechos no se consideran sagrados. Cabe mencionar que las leyendas, sí pueden localizarse en una época histórica determinada.
El objetivo de este debate se centra en diferenciar mito de leyenda. Entonces el residente seguirá preguntando:


¿Por qué creen que existen los mitos?


El residente realiza esta pregunta, buscando indagar el motivo de la existencia de los mitos. Luego de las respuestas de los chicos, se comentará que los mitos pertenecen a cuestiones del mundo anterior al orden actual, es decir al pasado y que buscan dar respuesta a situaciones o vivencias de la naturaleza de las cosas.
Es decir, a aquellas cuestiones para las que el hombre no encontraba respuesta con los saberes que poseía en ese momento.

El residente comentará que los mitos son anónimos, es decir, no tienen escritor dado que la transmisión de ellos fue oral y hace muchos años.

Pero que sí podemos encontrar compiladores que reúnan mitos que hablen o traten el mismo tema.

Luego del debate, el residente les entregará una fotocopia (adjunto) de un mito griego. Les pedirá que lo lean y que luego contesten las preguntas que se encuentran a continuación del texto.

Una vez que los alumnos finalicen las preguntas, se comentarán las respuestas oralmente.

En este momento el residente les entregará una leyenda que les preparó. Les pedirá que la lean.

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POSIBLES TEXTOS Y ACTIVIDADES A UTILIZAR:

Cierta vez, Zeus se encontraba tomando un descanso en un verde bosquecillo rodeado de ninfas con las cuales conversaba divertido.De repente apareció la celosa Hera, su esposa, y las ninfas, que conocían su carácter vengativo, se preguntaban cómo escapar sin que ella las reconociera. Entonces, la ninfa Eco, que era un gran conversadora, se interpuso en el camino de Hera y comenzó a hablarle y a hablarle sin parar, mientas las otras ninfas aprovechaban para huir. Enojadísima la diosa, cuando se dio cuenta de la estratagema, le dijo a la atrevida:
- ¡Desde hoy, tú sólo hablarás última!
Y así fue. Desde entonces, Eco sólo puede repetir lo que los demás dicen.
Mito Griego
Responda las siguientes preguntas:
A) ¿Por qué se querían escapar las ninfas del bosque?
B) ¿Quién entretiene a Hera? ¿Por qué?
C) ¿Por qué se enoja Hera?
D) ¿Qué pasa con Eco luego de este acontecimiento? ¿Por qué?

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El mito del Minotauro
El minotauro era hijo de Pasifae, esposa del rey Minos de Creta y de un toro blanco enviado por Posidón, dios del mar. Minos había ofendido gravemente a Poseidón quien como venganza hizo que Pasifae se enamorase del animal. Fruto de dicha unión nació el Minotauro, un ser violento, mitad hombre, mitad toro, que se alimentaba de carne humana. Para esconder su vergüenza y proteger a su pueblo, el rey Minos rogó al inventor
Dédalo que le construyera un laberinto del que el monstruo nunca pudiera salir. Cada nueve años, a fin de apaciguarlo, Minos le ofrecía la bestia, siete mujeres y siete jóvenes que imponía como tributo a la ciudad de Atenas.
En una ocasión,
Teseo se ofreció voluntario como víctima, con la intención de matar al Minotauro y liberar a Atenas de un cruel destino. Con la ayuda de Adriadna, la hija del rey, que se había enamorado de él, logro su propósito: Adriadna le ofrece a Teseo un ovillo de hilo que le ha dado Dédalo, el arquitecto del laberinto. Habiéndo atado uno de sus extremos en la entrada y siguiendo el hilo por los intrincados vericuetos del laberinto, Teseo puede, efectivamente, encontrar la salida.

Preguntas para reflexionar en pequeños grupos
· ¿Por qué el minotauro es un monstruo?
· ¿Cómo es un laberinto? Cuál puede ser su sentido simbólico ?
· ¿Por qué Teseo siendo un héroe aceptará la ayuda que le ofrece Ariadna?
· ¿Qué podría significar para nosotros hoy, el hilo de Ariadna?


· Aprendizaje
· Enfrentar dificultades
· Soluciones simples para problemas complejos
· Astucia
· Temores
· Valentía
· Colaboración
· Dar y recibir ayuda

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LEYENDA DEL CEIBO:
Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.Tomada de la narración oral.

El Lobizón
Dícese que en las noches de luna llena el séptimo hijo varón se convierte en un animal, semejante a un gran perro llamado lobizón que al de ambular por las calles provoca el aullido de los perros que habitan el lugar.


Esta leyenda es contada de generación en generación entre los lugareños que habitan la parte norte y noreste de nuestro país, Paraguay etc.
Depende de los lugares donde se los relate va sufriendo transformaciones siendo algunas de ellas verdadera mente escalofriantes.
En una oportunidad cuenta una vecina, que vio un hombre revolcarse sobre un cuero, que ya transformado en lobizón se dirigió camino al cementerio seguido de una jauría perros. La vecina aterrorizada permanecia en su ventana viendo regresar solamente los perros del vecindario.
Es por ello que es tradición en las familias de estos lugares, que al nacer un séptimo hijo varón sea bautizado eligiéndose como padrino, al presidente de la república, para que no suceda lo relatado anteriormente.

Otras posibles preguntas para los textos:
¿Quién era el personaje del mito? ¿Y el de la leyenda? ¿Qué tema trataba el mito? ¿Y el de la leyenda? Etc.
  • Los mitos forman parte de la literatura folclórica, su transmisión es oral y los hechos que narran son considerados verdaderos por el narrador y su público. El tiempo en el que transcurren es anterior al del hombre, cuando el mundo no era como lo conocemos; por lo tanto, la geografía del mito no coincide con la humana. Su propósito es explicar el origen tanto del cosmos como de las instituciones que organizan la sociedad y justificar los valores étnicos que la regulan.


  • Las leyendas, a semejanzas de los mitos, son consideradas verdaderas por el narrador y su público, pero se ubican en un período considerado menos remoto, cuando el mundo era como es hoy, los elementos de localización temporal y espacial son frecuentes; gran número se caracteriza por explicar el origen o la causa de algo: accidentes y fenómenos naturales, animales, plantas, el hombre y sus instituciones, nombres de lugares, por eso se los denomina explicativos o etiológicos.

Para afianzar los conocimientos y para que los alumnos puedan diferenciar claramente entre lo que es un mito y una leyenda es conveniente realizar un cuadro comparativo que deberan completar.

  • Completen el siguiente cuadro comparativo.
    El cuadro podria realizarse asi:












sábado, 17 de enero de 2009



A quién ama Gilbert Grape:
—¿Qué deseas tú? Sólo para ti.
—Ser una buena persona.

ES EXTRAÑO ES LO Q DESEO PERO ES POSIBLE EN EL MUNDO DE HOY LLENO DE "EGOISMO" "VANIDAD" "INGRATITUD" "MENTIRAS" SE PODRÁ ESCAPAR DE TODO ESO... ESO INTENTARÉ....


NECESITAMOS

Un borrador, para borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño.
Un detergente, para quitar las manchas de las máscaras que usamos a diario.
Unas tijeras, para cortar todo aquello que nos impide crecer.
Un pájaro, para que nos enseñe a volar alto y cantar con libertad.
Una tinaja, para añejar el cariño y la madurez del amor.
Un frasco transparente, para conservar las sonrisas y sin tapa para escuchar su alegre sonido.
Unos lentes, correctores de la visión de la vida, que nos permitan observar con amor al prójimo y a la naturaleza.
Una ardilla, que nos indique como trepar por las ramas del árbol de la sabiduría.
Unas agujas grandes, para tejer sueños e ilusiones.
Un cofre, para guardar todos los recuerdos que construyen y dan vida.
Un cierre (zipper), que permita abrir la mente cuando se desee encontrar respuestas, otro para cerrar nuestra boca cuando sea necesario, y otro para abrir nuestro corazón.
Un rebobinador de películas, para recordar los momentos más felices en nuestras vidas.
Un reloj, para darle todo el tiempo al amor y al amar.Los zapatos de la ética y la moral, para pisar firme y seguro por donde quiera que vamos.
Una balanza, para pesar todo lo vivido y todo lo experimentado.
Un espejo, para admirar una de las obras más perfectas de DIOS... ¡TU!

viernes, 16 de enero de 2009

Alfonsina Storni
Alfonsina Storni (1892-1938), esta escritora argentina nació en Suiza en 1892, en la región de habla italiana. Vivió en Rosario, estudió Magisterio en la Escuela Normal y fue profesora de arte dramático, hizo alguna incursión en el teatro, pero lo más conocido de su obra son sus libros de poemas.
Comenzó su carrera literaria en 1916 con La inquietud del rosal, que recoge las sugestiones intimistas y sentimentales de un post-romanticismo, y publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920).
Después realizó viajes a Europa, en 1930 y 1934, que influenciaron en su obra, se sumó a este cambio, su azarosa vida amorosa y su lucha por el papel de la mujer en la sociedad de la época, además de manejar el tema de la sinceridad erótica. Publicó en esta etapa Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Escribe con menos cánones, y con expresión libre y desprejuiciada.
Se suicidó en 1938 en Mar del Plata, sintiendo la impotencia ante el dolor producido por el cáncer. La noche anterior a que se internara en el mar desde la playa La Perla, escribió un poema, que envió al diario argentino La nación, y que fue publicado con su necrológica: “Voy a dormir”, y que se cree estaba dirigida a su hijo.

¡Adios!
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
¿de llagas infectas? ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...


DUERME TRANQUILO
Dijiste la palabra que enamora
a mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
y hermoso el rostro tuyo a toda hora.

Cuando encanta la boca seductora
debe ser fresca, su decir ameno;
para tu oficio de amador no es bueno
el rostro ardido del que mucho llora.

Te reclaman destinos más gloriosos
que el de llevar, entre los negros pozos
de las ojeras, la mirada en duelo.

¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fatua
de algún bárbaro rey y tiene estatua.


TU ME QUIERES BLANCA
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;

Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.

EL RUEGO
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.
Señor, Señor;
mi espalda está desnuda,
¡haz estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!
Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedidala he perdido,
¡Señor, haciendo versos!

EL DIVINO AMOR
Te ando buscando, amor que nunca llegas,
te ando buscando, amor que te mezquinas,
me aguzo por saber si me adivinas,
me doblo por saber si te me entregas.
Las tempestades mías, andariegas,
se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarme, ¡oh niño!, te me niegas.
Mira que estoy de pie sobre los leños,
que a veces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde.
Sálvame, amor, y con tus manos puras
trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.
HOMBRE PEQUEÑITO
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario, que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé un cuarto de ala;
no me pidas más.
UN DÍA...
Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.
No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto... cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
Olvido
Lidia Rosa: hoy es martes y hace frío. En tu casa,
De piedra gris, tú duermes tu sueño en un costado
De la ciudad. ¿Aún guardas tu pecho enamorado,
Ya que de amor moriste? Te diré lo que pasa:
El hombre que adorabas, de grises ojos crueles,
En la tarde de otoño fuma su cigarrillo.
Detrás de los cristales mira el cielo amarillo
Y la calle en que vuelan desteñidos papeles.
Toma un libro, se acerca a la apagada estufa,
En el tomacorriente al sentarse la enchufa
Y sólo se oye un ruido de papel desgarrado.
Las cinco. Tú caías a esta hora en su pecho,
Y acaso te recuerda... Pero su blando lecho
Ya tiene el hueco tibio de otro cuerpo rosado.

jueves, 15 de enero de 2009

MARIO BENEDETTI


CADA HISTORIA TIENE UN FINAL... PERO EN LA VIDA CADA FINAL ES UN NUEVO COMIENZO...;) WHERE ARE YOU?



Estados de ánimo
Mario Benedetti


Unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres repetidas.

Unas veces me siento como un acantilado y en otras como un cielo azul pero lejano.

A veces uno es manantial entre rocas y otras veces un árbol con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas como laguna insomne con un embarcadero ya sin embarcaciones una laguna verde inmóvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces, sereno en mi confianza confiando en que una tarde te acerques y te mires, te mires al mirarme.

LA LECTURA...

Cuando los niños leen bien, aumenta increíblemente su aprendizaje durante sus vidas y surge un potencial bastante grande en el futuro de su desarrollo. Pero cuando sucede lo contrario y los niños leen muy pobremente, se les cierran las puertas, lo mismo que las posibilidades, la escuela y el aprendizaje se vuelven más bien una carga o algo peor. Como resultado, los niños que no saben leer bien, cuando sean adultos, van a sufrir. La investigación demuestra que existen condiciones bajo las cuales a los niños les llega a gustar la lectura, y dichas condiciones se deben aprovechar desde muy temprano.


FRASES


La lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio es al cuerpo.
- Richard Steele

La lectura es la gran proveedora de argumentos, la clave para que los demás te escuchen.
- José Miguel Monzón

Donde no hay libros hace frío. Vale para las casas, las ciudades, los países. Un frío de cataclismo, un páramo de amnesia.
– María Elena Walsh


Para instalar una buena biblioteca particular se necesitan dos cosas: un amplio círculo de amigos y una mala memoria.
- Georg Thormalia


Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.
- anónimo

Para instalar una buena biblioteca particular se necesitan dos cosas: un amplio círculo de amigos y una mala memoria.
- Georg Thormalia

Un viejo que muere es como una biblioteca que arde.
- Dictador oriental


La lectura es al espíritu, lo que la gimnasia al cuerpo.
- Steele


La repetición instantánea existió en los libros mucho antes que en los deportes televisados.
- Bern Williams

La lectura nos vuelve a todos peregrinos: nos aleja del hogar, pero, lo más importante, nos da posada en todas partes.
- Hazel Rochman

Si bien es cierto que un libro no va a cambiar un régimen dictatorial, a la larga resulta invaluable como parte de un cambio social, insensible de un día a otro, pero sinsiblemente evidente de una década a la otra.
- Elena Poniatowska


Los libros tienen los mismo enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido.
- Paul Valery,escritor francés


Un país cuyos habitantes no leen o leen escaso es más vulnerable al engaño.
- Fermín Bocos,periodista español

Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos.
- Henry David Thoreau,escritor estadounidense


Cuando leemos demasiado de prisa o demasiado despacio, no entedemos nada.
- Blaise Pascal



El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.
- Miguel de Cervantes,escritor español


Buscad leyendo y hallareís meditando.
- San Juan de la Cruz,religioso y poeta español


No falta quien desprecie los libros y prefiera aprender directamente de la vida; aunque así no se suele pasar del prólogo de la existencia.
- F. G

viernes, 9 de enero de 2009



PALABRAS!!!

Palabras inofensivas, susurros que tu boca desprende - de forma suave, con movimientos lentos, en formas de espiral, como la sinceridad que emanan – acariciando el corazón.
Palabras escritas en la memoria de un pez, para nunca ser escuchadas, para ser regaladas al olvido.
Palabras tan pequeñas como un grano de arena en medio del desierto, niños pequeños que quitan o dan significado a la vida de sus mayores, como un perchero sin sombrero de copa, como un mar sin piratas ni sirenas a las que puedan desflorar, como una habitación de hotel sin ventana ni fulana.
Palabras vergonzosas, de esas que nadie parece conocer, que siempre se quedan en la trastienda de los diccionarios, para acompañarles en su lucha por su riqueza.
Palabras dulces en tu boca que amargan a mi corazón, cuando mis ojos ven que se las dices a otros.
Palabras jóvenes, que viajaron tanto y nos trajeron tantos recuerdos que no han podido olvidar; palabras que se pasearon por Londres, Nueva York, París; o primas lejanas que están por llegar de Shangai o Pekín.
Palabras manchadas de sangre, que viajan seguras, directas, golpeando una y otra vez hasta penetrar en el dolor ajeno, dolor escondido en una mirada tan triste como la golondrina sin viento a orillas de cualquier puerto, dolor escondido en un gesto tan nervioso como el viernes del abstemio.
Palabras con olor y sabor de los recuerdos de ayer o de las ideas del mañana.Palabras que salen al exterior con retrovisores para ver aquello que dejan, para ver todo lo que han provocado.
Palabras tan lentas como el tiempo intoxicado por tu ausencia, que merodean por la memoria sin encontrar la salida del alivio.
Tantas palabras que dicen y desdicen, que lloran y ríen, que secan y mojan nuestro paso armonioso por el silencio.